¿La Formación de la clase obrera. Una creación cultural?



 HISTORIA DE LOS MOVIMIENTOS POLÍTICOS

Título: “La formación de la clase obrera. Una Creación Cultural”.
    Autor:  Manuel Pérez Ledesma                                                     Arturo Ávila Patiño  4.9


                               
 La base teórica  Marxista considera a los trabajadores dentro de la categoría social “como asalariados modernos, que privados de medios de producción propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir”, en la presente lectura, Manuel Pérez Ledesma considera el concepto de la clase obrera en una línea más amplia de la categoría social. Para el autor la formación de la clase obrera  está sujeta al plano  histórico como también en el plano económico, político y cultural.
El concepto Marxista fundamentaba que los obreros tuvieron su inicio en las industrias, estos lugares generaron el desarrollo de los trabajadores como obreros y con el paso del tiempo desempeñarían su papel de protagonistas  en los cambios necesarios de la sociedad. Pérez Ledesma en el texto toma posición del inicio de la clase obrera desde la opción de los artesanos especializados,  llamados la “aristocracia obrera” (para el autor), debido a que estos trabajadores tenían mejores condiciones laborales y salariales que el resto de sus compañeros y, por lo tanto, había mejor disposición de organización.
Pero su análisis de la clase obrera no sólo va por esa vía, sino que es fortalecido al comprender otros aspectos que convergían en su forma de ser, sus costumbres, sus tradiciones, etc. Ahí viene su interrogante de cómo se puede crear  una conciencia de clase en un grupo tan irregular, donde diversas situaciones impedía ser  iguales en su forma. Desde esa visión considera que la formación de la clase obrera debe ser tomada en cuenta también desde el punto de vista cultural.  En ese sentido Pérez Ledesma hace notar la importancia de un “lenguaje de clase” donde palabras como lucha de clases, clase, burguesía, proletariado o emancipación, etc. era frecuentemente hablado desde un grupo determinado de trabajadores y  por lo tanto no era casual. Estos conceptos dieron un acercamiento más confiado, seguro y compartido como algo común, algo propio de ser considerado en un obrero. Esta razón del lenguaje de clase para el autor fortaleció su postura de hallar una explicación de la formación de la clase obrera, como una creación cultural.
De todas las palabras en este lenguaje de clase expresada por los obreros, dos tuvieron mayor connotación, según el autor, “emancipación” y “explotación”, eso no indica que las otras palabras sean consideradas secundarias, o que solo llenaron un léxico habitual de los obreros, sino que había mayor argumentación en su análisis. Hace referencia el primer término (emancipación) a la ilusión que tenía el obrero de abrirse camino con su propio negocio, siendo el dueño de su propia empresa, grande seria su desencanto al no poder superar el principal obstáculo, conseguir el capital inicial así como superar la competencia que se presentaba en su camino. Ser un patrón era un anhelo por cumplir y, lo deseaba desde su condición de obrero. Cabe tener en cuenta que no todo estaba en la resignación, puesto que nuevas vías se abrían y una de ellas era proyectar una emancipación colectiva. El paso del tiempo dieron sus primeros frutos al conseguir la emancipación política y social, a través del voto. Llegar a la emancipación económica por medios como la asociación, lucha reivindicativa y política de la clase obrera fueron asignaturas pendientes que llenaron su mística de fortalecer su organización.  El concepto de explotación lo toma desde la diferencia entre el salario recibido y lo que es en el mercado, el cual considera algo no equitativo, más aún por la clase de trabajo que desarrollaba, construyéndose criterios colectivos desde su opción laboral.



Pero no todo quedó aquí para el autor, puesto que para crear el concepto de clase tenía que existir conflicto en las formas tradicionales de sus relaciones y tomar el camino de cambiar la visión del pueblo por la visión de clase. Como indica el texto  para Pérez Ledesma la clase obrera es una creación cultural, no el resultado de las relaciones de producción, pero si es una identidad colectiva.
Queda por lo tanto para Pérez Ledesma que la clase obrera como sujeto colectivo siguió un proceso de formación de una construcción cultural de su identidad, aún a pesar de sus diferencias tenían aspectos comunes y el ella llevaba objetivos e intereses colectivos. Asimismo la apropiación del trabajo ajeno o el resultado de ese trabajo por parte del patrón, hacía que se les considerara como enemigos. Es en ese sentido que la entidad de clase no fue aceptada por la mayoría sino por una minoría y eso a través de un proceso largo donde se recogía las experiencias y el aprendizaje del lenguaje de clase expresada anteriormente.
Entrando a otra de las explicaciones del autor, la elaboración y difusión de mitos, rituales hicieron posible la construcción cultural de una nueva identidad y la sustitución de identidades precedentes o alternativas, esa relevancia hizo del mito en la formación de la clase obrera, en lo que respecta su extensión y valoración de los símbolos. Ya en España estos mitos también mostraron su presencia (según el autor), tomando como referencia la última década del siglo XIX, estableciéndose en la condición de mito funcional, es decir, desde la consideración de inicio o de lo original. Pérez Ledesma hace acotación que la lucha por las ocho horas, en EE.UU., llevado a cabo el 1º de mayo de 1886 y, en especial el juicio y ejecución de los mártires de Chicago constituyó un mito de la clase obrera que siguió su camino “victorioso” desde el inicio hasta la actualidad. En relación a estas consideraciones Pérez Ledesma plantea en el texto como la cultura obrera presenta a todos y todas quienes están interesados en los acontecimientos de los obreros toda una lección de abstracciones y estereotipos, donde se pone en relevancia como la explotación capitalista llega a niveles que no son sostenibles y, en esa medida como la respuesta tampoco debe de ser esperada, porque la esencia de todo es buscar las formas posibles de la emancipación de la clase obrera. Lo que trata de transmitir la clase obrera es crear un identidad y esa identidad debe ser en función de ella misma, claro, para  lograr estos objetivos considera que es necesario transmitir dos rasgos que son muy frecuentes y, que por lo tanto, debe ser tomado en cuenta desde una visión dualista de la sociedad y haciendo frecuente y dramática la representación de la miseria.

Ya para terminar el comentario del presente texto desde una posición crítica considero que todo aprendizaje que hubo y hay en la sociedad se da desde el plano cultural, pero no  desde la pasividad de las personas al empezar y/o terminar un nuevo escenario político, sino de la participación como propios actores de los cambios, reformas o transformaciones sociales. En ese sentido la formación de la clase obrera, ha tenido un proceso de conflictos entre las fuerzas que asumen el papel de ser dominantes, en este caso los patrones y/o el sistema capitalista que busca en ellos sus instrumentos de beneficios (económico, social, político, cultural, etc.) y el papel de los dominados que buscan romper las ataduras del patrón y de la superestructura a quien representa a través de unos salarios dignos, una mejora de trabajo y buenas condiciones laborales.

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