Los Partidos Políticos en el Perú y las Elecciones Presidenciales del 2016
Los Partidos Políticos en el Perú y las Elecciones Presidenciales del 2016
El sistema de partidos como concepto de
estructura y funcionamiento, es la mediación de los partidos políticos entre el
Estado y la Sociedad, en el Perú los
cauces democráticos regresaron en 1980
tras una larga parada militar de doce años continuos (68 – 80). Fue una época
marcada por los gobiernos de juntas
militares en muchos países de la región que limitaban las elecciones populares
de los representantes del poder legislativo. En el Perú, este poder estaba
dividido en dos cámaras: 60 senadores elegidos en distrito electoral único y,
180 diputados elegidos por jurisdicción departamental. Las elecciones
presidenciales y legislativas se realizaba cada cinco años, el requisito para
ser elegido presidente del país es llegar al 50% más uno de los votos, si ninguno de los
candidatos llegara a ese porcentaje, se iría a unas nuevas elecciones con los
dos partidos políticos que fueran más votados.
El famoso “autogolpe” en 1992 por Alberto Fujimori disolvió al Congreso, cerró el Poder Judicial, suspendió las garantías constitucionales y modificó la Constitución para poder ser reelecto, estas decisiones dio un matiz diferente a la estructura bicameral de las cámaras legislativas, bajo el nombre de Congreso Constituyente Democrático (CCD), fue constituido por un Congreso Unicameral integrado por 120 representantes, un mandato de cinco años y elegidos en distrito electoral único. La dinámica del Congreso Unicameral continúa, con la única diferencia que los miembros elegidos serán en las 25 circunscripciones departamentales.
El famoso “autogolpe” en 1992 por Alberto Fujimori disolvió al Congreso, cerró el Poder Judicial, suspendió las garantías constitucionales y modificó la Constitución para poder ser reelecto, estas decisiones dio un matiz diferente a la estructura bicameral de las cámaras legislativas, bajo el nombre de Congreso Constituyente Democrático (CCD), fue constituido por un Congreso Unicameral integrado por 120 representantes, un mandato de cinco años y elegidos en distrito electoral único. La dinámica del Congreso Unicameral continúa, con la única diferencia que los miembros elegidos serán en las 25 circunscripciones departamentales.
Las elecciones generales del 10 de abril
del 2016 continúan la “herencia” dejada por A. Fujimori, incluyendo la elección
de cinco representantes al Parlamento Andino (viene desde 2006). Seguimos la
hoja de ruta fijada por el “autogolpe” del Fujimorismo con una constitución política
de 1993 que continua los dos ejes de Neoliberalismo puro y duro en lo económico
y de autoritarismo presidencial en lo político. Vemos como la actual situación política
lleva a unas consecuencias de: crisis en los partidos políticos, escasa
participación política popular, creciente desprestigio del congreso unicameral,
invisibilidad de los ministros de estado y un lento caminar de la regionalización
entre otras. Han pasado cuatro gobiernos diferentes, incluyendo el actual y la
constitución ha tenido simples acomodos, dejando en el olvido los temas
relevantes, en esa línea los partidos
políticos tratan de cohesionar sus cúpulas sin llegar a enamorar a los
electores, que en su mayoría no se sienten representados, estimando su voto al
candidato más populista o a quien “roba
pero, hace obras”.
Por el lado de la izquierda
peruana seguimos en el fraccionamiento de siempre, (ignorando que el fraccionamiento más se debe
a la aplicación de un sistema electoral en conflicto con el sistema de
partidos) sigue viva la utopía de un frente de izquierda que afronte la contienda
electoral, una fórmula “vigente” desde
hace muchas décadas. No se han enterado que la tendencia de formar un frente de
izquierda no cuaja y menos en la sociedad peruana, donde poderes interesados se ha encargado de
desprestigiar a las fuerzas opositoras, bajo
títulos de rojos, terroristas, anarquistas, antisistema y todo
aquello que representa pueblo.
La nueva correlación de fuerzas está apuntando hacia otros lados, vemos que los posicionamientos de izquierda y derecha cada vez son tomados menos en cuenta (lo pueden avizorar en un análisis de las elecciones generales desde 1990-2011), claro la derecha se camufla como centro derecha y centro, mientras que la izquierda sigue con el discurso de siempre, y la lectura de millones de peruanos gira hacia términos de progreso. Queremos convencer a nuestros familiares, vecinos y amistades que compartan un proyecto de izquierda, pero actuamos en forma fraccionada, como favoreciendo al rival político.
La nueva correlación de fuerzas está apuntando hacia otros lados, vemos que los posicionamientos de izquierda y derecha cada vez son tomados menos en cuenta (lo pueden avizorar en un análisis de las elecciones generales desde 1990-2011), claro la derecha se camufla como centro derecha y centro, mientras que la izquierda sigue con el discurso de siempre, y la lectura de millones de peruanos gira hacia términos de progreso. Queremos convencer a nuestros familiares, vecinos y amistades que compartan un proyecto de izquierda, pero actuamos en forma fraccionada, como favoreciendo al rival político.
Trabajemos con un discurso
diferente, busquemos la participación de todos y todas al margen de posicionamientos
políticos, es en el trajín de gobierno donde los principios toman el matiz de gobernar para la
mayoría,
la lectura de las elecciones anteriores nos indican el camino. Pero, mientras
continúan mandando los jerarcas en la dirección de los partidos, se quiera
solapar con caras nuevas al núcleo duro o se “modernice” con gestos de
primarias, el proyecto de izquierda seguirá con sus prácticas añejas de hacer
política. Seguimos el juego de aquellos que temen perder el poder político y,
desde la opción progresista se sigue estigmatizando la participación de
peruanos que quieren actuar en democracia, para mucha gente de izquierda el
fantasma del conflicto social de la década del 90 sigue vigente, llevan el
discurso unilateral de quienes siempre han gobernado para una élite y sus
amigos, no quieren comprender los contextos y los procesos de los conflictos
sociales, menos aún plantear una solución política al conflicto y que todas y
todos tengan el derecho de participar democráticamente en las elecciones, no
hacerlo significará seguir las estrategias de opacidad del contrario.
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